Conociendo de antemano el lanzamiento del libro que hoy nos atañe, me
dispuse a rejugar Final Fantasy IX
para tenerlo más reciente en mi memoria a la hora de leer este libro, pues ya
me pasó cuando leí el anterior La Leyenda
Final Fantasy VII que se me escapaban algunos detalles que no recordaba porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo jugué, y
con el siguiente, La Leyenda Final
Fantasy VIII, ya procuré tenerlo bien fresco para la consiguiente lectura del
libro, sistema que he vuelto a repetir con esta nueva entrega de Héroes de Papel dedicada a la novena
fantasía de la antigua SquareSoft. He de decir que este método es muy cómodo
para disfrutar aún más de la lectura de este tipo de libros, y es altamente
recomendable para aquellos que aún no hayan probado el juego, pues, como es
obvio, en el libro encontraremos numerosos spoilers
que los autores no se molestarán en omitir, pues es un título destinado a los
jugadores que ya han jugado a Final
Fantasy IX, y a ellos está dedicado, a todos los que queremos saber más
sobre este magnífico juego, y al que ya dediqué una reseña en el blog.
1. ¿De qué va La Leyenda Final Fantasy IX?
Tal como decía en el párrafo anterior, La Leyenda Final Fantasy IX es un título centrado en dicho videojuego, y en él se relatan anécdotas, extractos de entrevistas, y datos sobre la creación y el desarrollo del mismo. Ya en el prólogo tenemos unas emotivas palabras de Pablo González Taboada, más conocido quizá como Caith_Sith, haciendo cierta comparación del título con una de las mejores películas de animación de Disney, El Rey León, como, por ejemplo, y quizá lo más notable, su relación con William Shakespeare.
2. ¿Qué nos ofrece La Leyenda Final Fantasy IX?
El libro se estructura en ocho capítulos llamados “actos”, pues el volumen intenta asemejarse al texto de una obra de teatro, tema importante tanto en el juego como en el libro, pero quizá éste peque un poco de esta sobrestimación como comentaré más adelante. El primer acto se centra en relatarnos la historia de Final Fantasy IX en un orden cronológico, más asequible para entender aún mejor la trama del videojuego. El segundo acto nos habla de los personajes que “actúan” en la obra, tanto principales como secundarios, además de hablar un poco del tema sobre el que gira el juego: el miedo a la muerte y el valor de la vida. El tercer acto va un poco más allá y nos habla de todo lo que rodea a nuestros protagonistas en su viaje por el mundo de Final Fantasy IX, haciendo un exhaustivo análisis de la recreación medieval real adaptada al videojuego, así como del lore característico de esta entrega, como los espíritus de invocación, el Mundo Cristalino, las tecnologías con y sin niebla, etc. El cuarto acto quizá sea el más interesante para mí, pues ya pasamos a conocer cómo se concibió y desarrolló la idea en la brillante mente de Hironobu Sakaguchi, de cómo el padre de la saga quiso volver a los orígenes de la misma como un homenaje a su propia creación, a modo de despedida tanto de la franquicia en la primera PlayStation como de él mismo en el último título en el que colaboraría con los dos artistas junto a los cuales formaban un grupo sobresaliente: Yoshitaka Amano y Nobuo Uematsu. El quinto acto termina de completar este universo de conocimiento sobre lo que hubo más allá del propio juego, los problemas de desarrollo, las decisiones tomadas para ciertos aspectos del sistema de juego, etc.
Cuando empezamos el sexto acto llevamos ya más de cien páginas de
lectura y hasta aquí ha sido todo centrado en el videojuego y su desarrollo,
pero a partir de este acto entramos en una espiral de, podría decir, “relleno”
que no me ha cautivado tanto como los actos anteriores, y esto ocurre tanto en
el sexto acto como en el séptimo. Ambos están plagados de tal cantidad de
información que me llegó a abrumar, pues en ocasiones me daba la sensación de
estar leyendo un manual sobre los orígenes del teatro, ahondando en las figuras
de Eurípides, Esquilo y Sófocles, los tres grandes dramaturgos de la Antigua
Grecia, pasando por nombres trascendentales en la historia del teatro, como
Molière y Shakespeare, como por otros menos conocidos, como Eugène Ionesco o
Alfred Jarry, nombres que ni en mis tiempos de estudiante de literatura conocí
y que incluso en este libro los autores se dignan a escribir varios párrafos de
sus obras y los protagonistas de estas, como dando por hecho que el lector
debería conocerlos. Llamadme ignorante, pero hasta que no cogí este libro no oí
hablar de Ubú rey, por lo que nunca
pude crear en mi mente un paralelismo entre este personaje y la Reina Brahne, a
quien también comparan con el dictador Adolf Hitler, aunque unos renglones más
abajo acaban por descartar esta idea.
Poco después pasamos de la clase de Literatura a la de Historia
Universal, centrándonos en la Revolución Industrial y, si acaso, en las
historias de piratas y bucaneros, y a la de Religión, comparando a Garnet con
la figura bíblica de Moisés. Y no sólo esto, sino que también encontramos en
este libro la historia del juego de rol desde sus inicios en papel, pasando por
todas sus etapas hasta la fecha, lo cual entraría dentro de la asignatura de
Informática, pues podemos hallar vocablos que, desde mi propia experiencia, no
había conocido nunca, como el PDP-10, ARPANET o ASCII, lo cual hace que,
mientras leo estos extensos párrafos soy incapaz de sentir empatía por el
autor, pues no sé de qué diantres me está hablando. Estos dos amplios actos,
los cuales ocupan una cuarta parte del volumen, hicieron ralentizar mi lectura,
pues mi costumbre es leer por las noches y estos hacían que cogiera el sueño
mucho antes de lo que lo hacían los cinco actos anteriores, que me invitaban a
seguir leyendo para conocer más sobre la obra de Sakaguchi. No digo que no esté
bien alimentar la narración de un libro documental con datos que aporten más
información al lector deseoso de descubrir los entresijos y secretos de un
juego al que ha jugado (o no), pero desde mi punto de vista habría sido más
acertado dosificar mucho más este cúmulo de datos que no hacen más que aportar un
relleno que bien podría ir tal cual lo encontramos aquí en cualquier otro libro relacionado con videojuegos
o no; para mí habría bastado con citar los detalles más importantes y notables
en el juego y no hacer un repaso a toda la historia del teatro, de la
Revolución Industrial y de los sistemas informáticos, pues ya digo que más que
un libro sobre Final Fantasy IX parecía que me había cogido un manual sobre dichos temas para tenerlo de libro
de almohada.
En cambio, el apartado de “anécdotas” queda bastante vacío, pues
algunas incluso las dejan a medio contar o no le dedican toda la atención que
ahí sí que me habría parecido correcto recrearse más, pues algo relacionado directamente
con el juego en cuestión. Y lo mismo ocurre con las páginas que presentan cada
acto, pues hasta el sexto de ellos se incluía una frase, ya fuera de alguno de
los personajes o del propio Sakaguchi, pero por algún motivo abandonaron esta
bonita idea a partir del séptimo acto, cuyo hueco para la cita queda totalmente
en blanco. Esto da la impresión de que se han trabajado más los aspectos superfluos
que los verdaderamente importantes para la imagen del libro o del propio
videojuego.
El octavo y último acto apenas ocupa unas cinco páginas, y está
dedicado a la música compuesta por el gran Nobuo Uematsu, figura cardinal en
SquareSoft, pero aquí sí debo decir que lo hicieron bien en lo que a la
redacción de dicho apartado respecta, pues agradezco que no hayan invertido más
letras de las necesarias hablando de la historia de la música pasando por el
canto gregoriano y las tocatas de Johann Sebastian Bach; simplemente se limitan
a hacer una pequeña comparativa con las obras de Richard Wagner, John Williams
y Howard Shore. Y ya. Eso está bien, no necesito volver a repasarme la teoría
de la historia de la música, que ya me la estudié en mis tiempos de piano…
Por su parte, el epílogo es bastante cortito, apenas cuatro páginas,
pero es lo que suele ocupar la parte final de un libro. En él nos dejan los
autores una interesante reflexión sobre el futuro de Square Enix y, por qué no,
del propio Sakaguchi.
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