El día que me enteré del anuncio oficial del desarrollo de Kingdom Hearts III me resulta ahora tan
lejano que aún me sigue pareciendo inverosímil que tenga ya el juego en la
estantería de mi casa, que ya lleve jugadas unas seis horas y que el disco siga
todavía metido en la consola esperando que continúe con las aventuras de Sora,
Donald y Goofy. Sin embargo, si hay algo que me resulte aún más increíble es la
facilidad que ha tenido el último título de la saga para sorprenderme, pues
sabía que el juego me iba a gustar, pero no esperaba que me dejara tan
impactada al borde del infarto por la maestría que ha derrochado el señor
Nomura en la creación de este videojuego. Bien es cierto que tuve la suerte de
probar la demo de Kingdom Hearts III durante
la Madrid Games Week, evento del que
guardo maravillosos y preciados recuerdos, pero allí también sabía que la demo
no era más que una paupérrima demostración de lo que estaba por llegar, aunque
nunca pude imaginar cuán alejada me quedaba en dicha calificación.
Han sido muchos años esperando, no diré trece o catorce
porque durante ese tiempo hemos tenido otros tantos títulos para disfrutar de
tan entrañable serie, como Birth By Sleep
o 358/2 days, pero cinco años no son
pocos, se han hecho eternos, y máxime cuando en el verano de 2017 nos mostraron
el letrero de Coming 2018 para, unos
cuantos meses después, cambiarlo por el de January
29th, 2019. El contador estuvo activado desde aquel día, aun con la
esperanza de poder recibirlo un día antes de su salida, tal y como me ha ido
ocurriendo con algunos títulos reservados anteriormente en cierta tienda de
videojuegos. El hype llegó a niveles
estratosféricos con cada trailer, con cada análisis que realizaba de ellos, con
cada noticia que llegaba de la boca de su creador o de su productor, el señor
Hashimoto, pero cuando empezaron las filtraciones con un robo de algunas copias,
o la venta de otras por parte de una serie de tiendas tres o cuatro días antes
del lanzamiento oficial, incluso por parte de la propia Square Enix, que el día
antes ya había entregado su copia a quien la hubiese comprado directamente en
su store, la desesperación hizo que
me quedara prácticamente sin paredes por las que subirme o uñas que morderme.
Ese lunes 28 lo recuerdo ahora como el día más largo del mes de enero, pues no
me despegaba del móvil esperando un mensaje de texto citándome para recoger mi
ansiado Kingdom Hearts III.
Fue al día siguiente, el día establecido, cuando, tras dejar
a mi adorada hija en su centro educativo, me dirigí directamente a la tienda
donde reservé meses atrás mi edición deluxe
del juego que nos atañe. Llegué una media hora antes de su apertura, y ya había
un grupo de tres personas haciendo tiempo delante de la entrada. Me di una
vuelta mientras hablaba por cierta aplicación de mensajes instantáneos con
algunos amigos que se encontraban en una situación similar a la mía, todos
emocionados por la salida de nuestro anhelado título. Cuando volví sólo
quedaban 15 minutos para la apertura y ya había dos personas más. Me di otra
vuelta, apareciendo delante de la tienda a la hora exacta de la apertura, justo
en el momento en el que recibí el tan esperado mensaje de texto citándome para
recoger mi reserva. Cuando entré a la tienda no esperaba ver tanta cola, casi
me quedaba en la entrada; conté once personas delante de mí, todas con caras
ilusionadas por recoger su copia de Kingdom
Hearts III, todos más o menos de mi misma quinta, incluso un generoso padre que
fue a recoger el juego en lugar de su hijo para que lo jugara en cuanto llegara a casa tras las
clases. Por suerte el dependiente estaba de muy buen humor y atendía a cada uno
con una sonrisa, a pesar de estar todos allí para lo mismo.
Cuando llegó mi turno, aún seguía teniendo la sonrisa fruto
del nerviosismo por la espera, y justo ahí el dependiente se mete en el almacén
para sacar más copias de la edición deluxe,
y mis ojos no pudieron evitar perderse entre esa pila de gruesas cajas, de las
que una copia se vendría conmigo a casa. El dependiente la puso ante mí, y no pude evitar decir:
“Qué bonica que es”. Me preguntó si quería contratar un seguro para el juego, a
lo que respondí: “No hace falta, esto va a estar muy bien cuidado”. Durante la
tramitación del pago, el dependiente dio por hecho que no iba a querer bolsa,
pero le contradije pidiéndole una para llevar no sólo mi anhelada copia de Kingdom Hearts III, sino el póster a
doble cara que regalaban con la reserva, por lo que el dependiente se
sorprendió diciéndome: “Ah, ¿una bolsa sí quieres?” “Claro, una bolsa,
algodones, ¡y lo que haga falta!”, contestación que hizo que el tendero
esbozara una tímida sonrisa. Ya con mi compra efectuada, me despedí del que tan
amablemente me había atendido, no sin antes exclamar justo antes de la salida:
“¡Qué bonico que eeeeees!” mientras miraba el juego dentro de la bolsa.
Entré en el coche, dejé la bolsa en el asiento del copiloto,
saqué la caja y la puse sobre el volante, justo delante de mí. La miraba una y
otra vez, estudiaba sus bordes y aristas, sus detalles en relieve y sobre liso,
leía las diminutas letras de la contraportada, acariciaba cada lateral como si
de un gato o un cojín de terciopelo se tratase… Seguía sin poder creérmelo,
tenía Kingdom Hearts III en mis
manos, sólo para mí, tenía mi copia, mi edición deluxe, y nada, me seguía pareciendo una fantasía. Y aun dentro de
mi incredulidad, mis ojos rompieron a llorar, me temblaba la voz y mis manos trepidaban
por el nerviosismo. Cuando me calmé, arranqué por fin el coche, no sin antes
volver a guardar la caja en la bolsa, y me dirigí para casa. Llamé a mi marido
totalmente eufórica, intentando buscar algo que me hiciera ver que todo era
real, y su voz me hizo reconfortarme. Preparé la mesa y el equipo para
registrar la apertura de la caja y mostrar su contenido en un vídeo al que mástarde llamaría como unboxing y, tras
exponer todo el contenido, póster incluido, me quedé durante bastante tiempo
(no sabría decir cuánto) mirando embelesada el libro de arte, la caja metálica,
el pin, el póster por ambas caras, y, por supuesto, el propio juego.
Tras unas horas de realidad cotidiana, volví a la fantasía
que me esperaba con Sora, por lo que introduje el disco en la consola mientras
deseaba que la instalación no se hiciera excesivamente larga: fueron unos
veinte minutos de descarga e instalación. Volví a ponerme nerviosa porque, como
mi fiel lector y seguidor sabrá, llevo varias semanas encerrada en un búnker
virtual protegiéndome de indeseados spoilers,
con el cual he evitado hasta escuchar temas musicales como el nuevo Dearly Beloved o la colaboración entre
Utada y Skrillex llamada Face my fears.
Esta parte es la que más miedo me daba, pues ya me comentó mi señor esposo que
esta canción no había tenido una buena acogida, con un feedback llamativamente
negativo, lo cual me infundió cierto temor a cómo sería mi primer contacto con Kingdom Hearts III, no quería que lo
primero que escuchase o viese fuese algo tan decepcionante como decían algunos
que era esta canción de corte dubstep.
Llegó el momento de la verdad, las letras de Disney, Pixar y
Square Enix presentaban una selección de cinemáticas de todos los títulos de la
serie a modo de resumen, intercaladas con la famosa partida de ajedrez entre
los jóvenes Xehanort y Eraqus mientras suena la versión orquestal de Chikai o Don’t think twice, un arreglo que recuerda en ciertos momentos al correspondiente
de Hikari o Simple and Clean en la percusión. Un río de escenas que azotan mi
mente con los recuerdos vividos al jugar y ver esas escenas en su respectivo
momento, algunos hace muchos años ya desde la última vez. Tras esto, es el
momento de llegar al menú de inicio, pantalla en la que me quedo un rato
escuchando la deliciosa versión de Dearly
Beloved, de las más bellas que se han hecho hasta la fecha. Cuando lo veo
oportuno, selecciono por fin mis preferencias para jugar mi primera partida; le
doy a “aceptar”, gira el corazón, tanto el del juego como el mío, y así empieza la magia.
Tras un breve mensaje acompañado de una imagen simulando lo
que parece ser una red social imaginaria, hashtags
incluidos (¡buenísimo este detalle!), una veloz cámara hace un frenético barrido por un pueblo costero de
estilo mediterráneo, acompañado durante un rato por unas palomas (lo cual me
recuerda muchísimo al inicio de Final
Fantasy IX), una imagen tan preciosa como impactante por la calidad de la
misma, hasta que llegamos a una ventana, donde Xehanort y Eraqus juegan su
partida de ajedrez mientras hablan de la antigua Guerra de las Llaves Espada.
Es justo después cuando llega mi temido momento, la intro con el tema de Face my fears. Tras empezar unas líneas
recitadas por Sora, suenan las primeras notas de la canción, la cálida voz de
Utada y un tenue piano invaden mis oídos, despiertan el vello de mi cuerpo
erizándolo por completo, cuando de repente la canción toma más fuerza, tanto la
música como la voz de Utada, y a mi mente sólo viene una pregunta: “¿por qué no
ha gustado esta canción tanto como me está gustando a mí?” Como decía, la
canción invade mis oídos, pero las cinemáticas que acompañan a Face my fears invaden mi corazón,
algunas escenas me rememoran ciertos momentos con los que lloré, alguno hay que
casi olvidé, y otros que despiertan mi curiosidad, todos entrelazados con la
susodicha partida de ajedrez. Me atrevería a decir, y no doy crédito a lo que
estoy a punto de afirmar, que, a día de hoy, esta intro ha desbancado a mi favorita, la de Kingdom Hearts II, tanto por la música, las cinemáticas y la forma
en que están enlazadas entre sí.
Tras esto tenemos una muy original forma de elegir nuestro
camino en Kingdom Hearts III, el
famoso descenso al corazón se ha convertido en una especie de galería de arte
cuyos cuadros son escenas clave en los diferentes títulos de la saga, además de
tener el clásico tutorial para aprender a movernos por el juego con el
característico Destati sonando de
fondo. Me ha encantado la forma de pasar del Sora de Kingdom Hearts I al Sora de Kingdom
Hearts II, pero el escenario elegido para practicar el sistema de batalla
me ha dejado simplemente con la boca abierta, un onírico cielo cubriendo aguas
cristalinas sobre las que camina Sora no hace más que recordar las veces que
he soñado con este momento, con jugar por fin a Kingdom Hearts III.
Tras el tutorial, volvemos a situarnos en Kingdom Hearts 0.2, concretamente las
escenas finales, lo justo para enlazar con… no, no es con Kingdom Hearts III, sino con Kingdom
Hearts 2.9, como si de una broma de Nomura se tratase, pero así es, tras lo
cual aparecemos por fin en el mundo del Coliseo del Olimpo, pero en una zona
totalmente nueva para el seguidor de la saga, aunque bastante conocida desde
hace años a través de diferentes trailers. No sólo la zona a explorar es nueva,
sino la música que la acompaña, la cual es una verdadera delicia escuchar, a
veces épica, a veces emotiva.
Es justo aquí cuando podemos echar un vistazo por fin al
menú pulsando options en el mando de playstation 4. La imagen de Sora en este
menú me tiene enamorada, el diseño de esta interfaz es totalmente nuevo y
orignal, pero la gran mayoría de las opciones son viejas conocidas ya. A partir
de aquí debería hablar de más características apreciables de Kingdom Hearts III, pero creo que todo
se puede resumir en tres palabras: es una maravilla. Y es una maravilla a nivel
de detalle, hasta el más ínfimo está cuidado, como al lanzar agua sobre un
enemigo y crearse un charco mientras aquél queda empapado, o cómo se chamusca
una caja metálica al lanzarle piro, lo cual me recuerda a la divertida reacción
de Sora al quemarse… Es una maravilla a nivel técnico, cómo se mueve la
vegetación o los cabellos al son de la brisa, cómo las sombras van acordes a
sus “dueños” de quienes se proyectan, sin ningún tipo de efecto popping, como tampoco dientes de sierra
apreciables. Es una maravilla a nivel de sonido, no sólo ambiental (canturreos ornitológicos incluidos), sino
también las frases renovadas para Sora, Donald y Goofy durante la batalla,
diferentes sonidos de la llave espada golpeando según qué objeto, al igual que
al golpear la bombona de helio cambiando las voces de quienes lo han respirado.
Es una maravilla a nivel musical, con piezas nuevas, como la citada del Coliseo
del Olimpo, o los arreglos para Kingdom
Hearts III, trayéndome a la mente preciados recuerdos de cuando jugué
escuchando esa música por primera vez, o varias veces más después; algunas de ellas
me tocan la fibra emocional, como la del mundo de Villa Crespúsculo, mucho más
emotiva, que, al ir acompañada de cierto momento que recuerda Sora al llegar a
dicho mundo, no pude evitar llorar al sentirme igual de emocionada que nuestro
protagonista. Es una maravilla a nivel lúdico, hay muchísimos minijuegos, y eso
que sólo llevo tres mundos visitados, pero hay también algunos de buscar lo que
aquí llaman portafortunas, usando la
cámara de fotos (divertidísimo el momento en el que Goofy o Donald van a posar
para la foto), o las misiones que te encarga el moguri que encontramos en
distintas tiendas, o la recolecta de ingredientes para Remy (juro y perjuro que
no encuentro diferencia entre el Remy de Kingdom
Hearts III y el Remy de Ratatouille),
incluyendo las misiones de la nave gumi, nada que ver con lo anteriormente
visto, es totalmente un mundo abierto por el que volar libremente con la nave
gumi. Es una maravilla a nivel narrativo, cómo van recordando al jugador
vivencias pasadas, cómo te resumen en un momento lo ocurrido en títulos
anteriores para refrescar nuestras memorias, cómo van cambiando de escenario y
personajes, en ningún momento me he sentido perdida, la trama la encuentro
demasiado bien hilada. Es una maravilla a nivel empático, pues cuando se trata
de un momento triste, me ha hecho derramar más de una lágrima, pero cuando se
trata de un momento alegre y divertido, me ha hecho reír a carcajadas.
En definitiva, tras las seis horas que llevo jugadas no soy
capaz de encontrar un punto negativo al juego, tal vez sea por una ceguera
amorosa y apasionada que siento por este juego y esta saga en general, intento
ser objetiva en este sentido, pero de verdad que aún no he logrado encontrar
una flaqueza en este juego. Quizá lo encuentre cuando avance más en él, o puede
que nunca lo descubra, bien por este amor descomunal, bien porque no existe.
Por el momento sólo puedo tener óptimas palabras hacia él, y me hallo deseosa
de seguir avanzando por los mundos junto a Sora. Así que, me despido del blog y
de internet en general hasta que descubra el final de Kingdom Hearts III, tras lo cual sé que me formularé esta pregunta:
¿Y ahora qué?
Buf. Me he emocionado con tu escrito, querida Aerith. A mí me ocurrió algo muy similar. El día anterior al lanzamiento me pareció el más largo de todos. Pero cuando ya tuve la caja del juego en las manos... me quedé embobado. Y aún lo estoy. Sé que me queda camino y que al final me haré la misma pregunta que tú. Gracias por tu tiempo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángel!! Me alegra haber podido transmitir mis emociones cuando KH3 llegó por fin a mis manos.
EliminarEs normal que te quedaras embobado viendo el juego, es que ha sido tanto tiempo esperándolo que no podemos dejar de contemplarlo. Sigue disfrutando de este juegazo!!
Un abrazo, querido Ángel!! ^_^
Me hiciste llorar con tu analisis :( me encanto
ResponderEliminarYo tambien hubiera estado igual que tu al tener kingdom hearts 3 en mis manos
No lo he podido jugar pero no me queda duda que con tu analisis valio la espera de 17 años
Me encantan tus videos no me los pierdo
Sigue asi n.n :D
Vaya, me alegra mucho que te haya gustado esta entrada, puse todas mis emociones en ella.
EliminarTe agradezco muchísimo tu comentario, al igual que también me alegra que te gusten los vídeos que hago, me anima bastante a seguir adelante.
Muchas gracias!! ^_^
PD: Te animo a jugar KH3, no será el mejor, pero tampoco es el peor, a mí me gustó. ^_^