Y seguimos de celebraciones, pues no siendo suficiente con que el
pasado 14 de noviembre fuera el vigésimo aniversario de Final Fantasy VII, ayer fue el decimoquinto aniversario de Kingdom Hearts (quince años desde que salió en Europa por primera vez), por lo que toca de nuevo
volver la vista atrás y recordar cómo fue mi experiencia con este juego y cómo empecé con él.
Tal y como narré hace un par de días, hace unos diez años me
encontraba inmersa en el mundo mágico de Final
Fantasy, y alguien me habló de otro videojuego de la misma desarrolladora en la
que aparecían unos cuantos personajes de la saga que me había robado el corazón,
entre ellos algunos viejos conocidos como Cloud, Cid, Yuffie y mi querida
Aerith, por lo que, acercándose mi cumpleaños por esas fechas, tenía claro mi
regalo… Quien no lo tenía tan claro era mi marido (por aquel entonces, novio),
que me regaló Kingdom Hearts II en
vez de Kingdom Hearts, pues hacía poquito que había salido a la venta y estaba más a la vista en los estantes de las tiendas. Aun así yo
estaba muy contenta con el juego y no dudé en desprecintarlo y meterlo en la
consola para empezar a jugarlo. Y por este motivo fue por lo que conocí antes a Roxas que a
Sora.
Looks like my summer vacation is...over. |
He de admitir que me encontraba perdida, no sabía quién era Roxas, ni
qué pintaban esas escenas de flashback
con las que soñaba, hasta que los personajes empezaron a hablar de Sora, y me sentía tan
perdida como Roxas al no saber quién era ese Sora, hasta que llegué a la
mansión de Villa Crepúsculo y se acabaron las vacaciones del incorpóreo rubio. Entonces
entendí que Kingdom Hearts no era
como Final Fantasy, no eran independientes el uno del otro, pues había una
línea argumental entre ambos juegos, y necesitaba jugar al primero para
comprender la historia del segundo (claro que después descubrí que quienes lo jugaron por orden cronológico
tampoco sabían en un primer momento quién era Roxas…), pero me bastó ese tiempo
de juego para enamorarme de él, para picarme con las peleas contra Seifer, las
batallas de struggle y los mini juegos
para obtener platines. Sólo con oír la música para las peleas me sentí agarrada
a la historia, no podía dejar de jugar, y cuando Roxas pronuncia su última
frase mientras se oye de fondo su tema personal, Roxas’ theme, y aparecen las
letras que dan título al juego no pude evitar derramar un par de lágrimas. Así
que salí del juego y, seguidamente, salí de mi casa y pusimos rumbo a las
tiendas en busca de la primera parte de la saga, y no regresé hasta que di
con él. No pude resistirme a desprecintar el juego y meterlo en la consola nada más llegar a casa y
comenzar esta gran aventura con Sora y sus amigos. Como ya no me quedaban más
horas en el día ni más fuerzas en el cuerpo tuve que dejarlo en Ciudad de Paso, justo cuando Sora se
disponía a partir junto con Donald y Goofy en la nave gumi.
Ese día fue especial para mí, pues jugué por primera vez a los dos
títulos principales de la saga Kingdom
Hearts, ese mismo día conocí a tres grandes personajes (Roxas, Sora y
Riku), y ese día comenzó un viaje mágico que todavía a día de hoy sigue
pendiente, pues Nomura-san ya dejó caer que la aventura no terminará con Kingdom Hearts III.
Huelga decir que desde entonces me interesa todo lo relacionado con
esta saga, no sólo adquiriendo todos los juegos que comprenden la serie (todos,
todos), sino, cómo no, todo tipo de merchandising
como con Final Fantasy VII (libros,
manga, figuras articulables y no articulables, colgantes, peluches, llaveros,
pins, CDs…). En fin, creo que ya os podéis hacer una idea de mi afición por
ambas sagas, y ahora además sabéis cómo me inicié en ellas. Sólo falta saber
cuántos títulos más quedan por ver la luz aparte de Kingdom Hearts III y acaba este fantástico viaje, el cual se está
retrasando demasiado, pero a la vez deseo que no termine nunca…
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